AUDAS

A muchas personas, de edad madura y gente mayor, nos preocupa tener problemas de memoria como un síntoma de alguna patología cerebral. Pero el deseo de tener una buena memoria casi nos asalta desde que tenemos uso de conciencia de su importancia como herramienta en labores cotidianas, al margen de su trascendencia como mecanismo vital.

Joshua Foer en su artículo "La Memoria, por qué recordamos, por qué olvidamos", publicado en National Geographic España, escribe que «nuestra cultura nos inunda constantemente con información nueva, pero es muy poca la que captamos y catalogamos de un modo que podamos recuperar más adelante, pero no lo recordamos todo».

¿Te gustaría recordarlo todo?

La importancia que le damos a la memoria plantea interrogantes como, ¿nos gustaría recordarlo todo? ¿Es necesario el olvido? En esta misma línea, Foer plantea otros interrogantes como, « ¿Cuántas ideas valiosas hemos perdido y cuántas conexiones importantes hemos dejado de establecer a causa de no poder registrarlo, retenerlo, almacenarlo o recordarlo? ¿Cómo sería disponer de todo ese conocimiento? ¿Seríamos más persuasivos en nuestros argumentos? ¿Tendríamos más confianza en nosotros mismos? ¿Seríamos más inteligentes»

Del mencionado artículo hemos extractado y adecuado algunos apartes que consideramos de interés para vosotros, y que podréis ampliar bien en la versión papel o digital de la mencionada publicación.

Según escribe Foer, «en la medida en que la experiencia es la suma de nuestros recuerdos, y la sabiduría la suma de la experiencia, una memoria mejor no sólo significaría saber más sobre el mundo, sino también sobre nosotros mismos».

El sueño de la memoria perfecta, del cual existen excepcionales ejemplos en el mundo actual, ha estado con nosotros desde mucho tiempo atrás. Una buena memoria se ha considerado, desde la Antigüedad, una de las mayores virtudes, pues representaba «la internalización de un universo de conocimientos externos».

Sin embargo, Foer aclara que «en el último milenio muchos de nosotros hemos experimentado un profundo cambio. Hemos reemplazado de forma gradual nuestra memoria interna por lo que los psicólogos llaman la memoria externa: una vasta superestructura de ayudas tecnológicas, que hemos inventado para no tener que almacenar toda la información en nuestros cerebros. Hemos pasado de recordarlo todo a recordar muy poco. Tenemos fotografías par registrar nuestras experiencias, agendas para no olvidar nuestros compromisos, libros e Internet para almacenar nuestro conocimiento colectivo y notas adhesivas para nuestros recordatorios».

Foer se cuestiona si todas estas herramientas de ayuda a la memoria, toda la nemotecnia que hemos desarrollado « ¿tiene implicaciones para nosotros mismos y para la sociedad? ¿Hemos sufrido un gran cambio? ¿Hemos perdido algo?», a lo que habría que agregar, ¿lo perderemos? ¿No será que crecer y salir adelante significa necesariamente olvidar y dejar cosas atrás?

El autor del artículo traslada a los lectores la sensación que tiene alguien que posee una excepcional memoria y un caso extremo de obsesión por el pasado. Esta persona declara que es difícil aceptar los cambios, y después de un cambio nada vuelve a ser igual porque no se puede capturarlo todo, pero ¿recordarlo todo no resultaría exasperante, no terminaría siendo una carga?

« Todo el propósito del sistema nervioso, desde los órganos sensoriales que recogen información hasta el enorme cúmulo de neuronas que la interpreta, es desarrollar una sensación de lo que está sucediendo en el presente y de lo que está a punto de suceder en el futuro, para que podamos reaccionar de la mejor manera posible», comenta Foer en cuanto a la finalidad fundamental de la memoria, y añade que «nuestro cerebro es fundamentalmente una máquina de predecir, y para funcionar necesita poner orden en el caos de posibles recuerdos. La mayoría de las cosas que pasan por nuestro cerebro no necesitan ser recordadas más allá del tiempo necesario para pensar en ellas».

¿Es tan malo olvidar ó es necesario el olvido?

Foer describe como el psicólogo Daniel Schacter ha elaborado una taxonomía del olvido para catalogar lo que él denomina los ‘siete pecados capitales' de la memoria.

El pecado de la distracción sería, por ejemplo, cuando alguien olvida cartera con el dinero recién sacado del banco en un taxi. El pecado de la persistencia que comete a quien no ha podido olvidar un acontecimiento traumático que le atormenta. El actor que de queda olvida el guión durante el estreno de la obra es un ejemplo del pecado del bloqueo.

Schafer afirma que, aunque maldecimos tales fallos de la memoria, estos olvidos tienen sus beneficios. « Hay buenas razones evolutivas para que la memoria nos falle del modo en que lo hace, si todo lo que vemos, olemos, oímos o pensamos quedara archivado en la enorme base de datos que es nuestra memoria a largo plazo, la información irrelevante acabaría por colapsarnos».

De esta forma, es posible que la capacidad de olvidar, y no la de recordar, es la esencia de lo que nos hace humanos. "Pensar es olvidar", escribe Jorge Luis Borges, el fantástico escritor argentino.

Concretamente con relación a la enfermedad de Alzheimer, Foer escribe que «envejecer también es olvidar». Cerca de 24 millones de personas la padecen en todo el mundo, y son aún más los que sufren una discapacidad cognitiva leve o grados menores de pérdida de memoria». Sabemos bien que a medida que envejecemos la memoria se puede ver afectada, pero sin que ello esté necesariamente asociado a una enfermedad.

Foer especula que posible que, a corto o mediano plazo, lleguen a desarrollarse medicamentos que prevengan o reviertan la pérdida de memoria, y que, al final, no solo terminen siendo usado por personas con patologías neurodegenerativas, sino por personas que necesiten un mejor desempeño de la memoria en sus actividades diarias.

Ante estas expectativas, Foer plantea inquietantes cuestiones éticas, « ¿nos gustaría vivir en una sociedad donde la gente tuviera una memoria muchísimo mejor? ¿Qué significa "mejor memoria"? ¿Significaría recordar las cosas exactamente tal como sucedieron, sin las revisiones y exageraciones que nuestra mente crea de forma natural? ¿O tener una memoria que olvida los hechos traumáticos? ¿O que solo recuerda lo que queremos que recuerde?»

Quizás las respuestas a estos interrogantes sean tan subjetivas e individuales que no lleguemos a ponernos de acuerdo en ello pero, al menos, en lo que si deberíamos hacerlo es en que deberíamos prevenir el deterioro de la memoria que tenemos, al final « todos tenemos memoria para algo», tal como afirma Foer.

Fuentes

http://ngm.nationalgeographic.com/2007/11/memory/brain-interactive. "La Memoria, por qué recordamos, por qué olvidamos" (FOER, Joshua; National Geographic España, Edición española de octubre de 2008 (Vol. 23-4), pp. 4 -23.)

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